jueves, 19 de diciembre de 2013

Parras de la Fuente



Alrededor de 1524, los españoles se dieron cuenta que se pueden sembrar vides en las tierras recién descubiertas bautizadas con el nombre Nueva España, de forma acelerada comienzan a sembrarse las vides y por lo tanto comienza la producción de vino. Durante el reinado de Felipe II se incrementan las quejas de los productores de vino de la metrópoli  quienes alegan una competencia desleal de los productores americanos quienes tienen mayor extensión de tierra y por lo tanto mayor capacidad de cultivo, produciendo un vino de alta calidad contra el cual resultaba difícil competir en relación al precio.
Felipe II en el año 1595  ordena que se quemen las vides novo hispanas y grava el consumo de vino, sin embargo el territorio están extenso que resulta difícil tener un control sobre el mismo y varios productores siguen cultivando la vid a pesar de la real orden, sacudido el pueblo mexicano del yugo español es libre para cultivar la vid y producir vino, lamentablemente la orden de Felipe II trajo como consecuencia un atraso en la cultura del vino a este país que se dedico a producir destilados que no fueran prohibidos por la corona tales como el Tequila, el Mezcal y el Sotol, todos ellos con raíces autóctonas de poco atractivo para la metrópoli.
Es de esta forma como comienza la difícil historia de las vitivinícolas mexicanas, que después de tener que pasar desapercibidas han tenido que luchar por tener una identidad propia en un país que redujo su consumo de  vino por muchos años; situación la cual se ha estado revirtiendo en los últimos 10 años y las vitivinícolas mexicanas han tenido un nuevo impulso y han producido vinos premiados internacionalmente, lamentablemente aun es caro el vino mexicano que pierde mercado ante vinos muy baratos de muy alta calidad producidos por los sudamericanos (Argentina y Chile) y por los mismos españoles cuyo producto es increíblemente barato en tierras Mexicanas, produciendo una competencia desleal entre nosotros.
A colación viene todo, porque estuve en el pueblo de Parras de la Fuente, Coahuila, hogar de la casa productora de vino más vieja de América (sustentada por medio de documentación) y casualmente lugar de nacimiento del apóstol de la revolución mexicana Francisco Madero, y tuvimos de visitar esta productora cuyos orígenes se remontan a el año de 1593; desde que entras a Parras te reciben las higueras y los nogales, sabes que podrás encontrar dulces deliciosos en el pueblo y antes de llegar al pueblo encuentras la Casa Madero, quienes ofrecen visitas guiadas desde las 8:30 de la mañana  por la irrisoria cantidad de 5 pesos por persona, fuimos en invierno y las vides se encontraban listas para invernar, aun así pudimos contemplar los procesos y la maquinaria en la que se está produciendo el vino que saldrá a venta el siguiente año y las bodegas donde está guardado el vino que aun esta en producción y en guarda, es un recorrido interesante, y hermoso aunque fuera invierno (ya está en mis planes aparecerme por ahí el día de la vendimia), mas aun el recorrido lo hicimos solo mi esposa, su servidor y la pequeña Malú que todo el tiempo decía “uvas papá, uvas” , hay un expéndio de vinos a precio más barato que en tiendas ( y quiero aclarar que Casa Madero no es barato) pero por ejemplo un Monteviña (vino nuevo) está cerca de los $89.00, San Lorenzo $99.00 y después Casa Madero,  Reserva de barricas, Reserva Especial, Mv3 cuyos precios van de los $200.00 a los $600.00.
Hay otras productoras principalmente de vinos generosos, de las cuales la más interesante es Casa Vesubio establecida en el año de 1891 por Nicolas Nicolielli oriundo de Italia y a su fallecimiento retomada por Nicolás Milonás oriundo de Grecia , ellos elaboran un vino llamado Kimi  esplendido combinado con el cordero y otro llamado Milona´s en cuya elaboración se le incluye nuez el cual también resulta excelente a media tarde.

En Parras se producen dulces de higo, de nuez, leche quemada y otros tantos por el estilo, no tuve la necesidad de hospedarme, pero vi varios hoteles de todo tipo de calidades y precios, Parras es algo que vale la pena visitar en cualquier época del año y claro que en la época de la Feria de la Uva y el Vino es mejor, ciertamente es un oasis en el desierto (y además es literal también) a unas dos horas y media de la ciudad de Monterrey rumbo a Torreón la desviación la indica no hay pierde,  es una experiencia que vale la pena.

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